Las Luchas

El Agua Potable y el Gas Natural

La búsqueda del agua potable, es quizás uno de los mayores padecimientos que tuvo que enfrentar la comunidad que inicio el barrio Edmundo López II, este preciado liquido se encontraba a varios kilómetros de distancia, los habitantes debían desplazarse con carretillas y galones para recolectarla, primero, hacia una pileta de gua que se encontraba en el barrio El Boston y años después cuando se logro abrir la vía que comunica al barrio la pradera, esta se recolecto en la sexta etapa, también en una pileta pública, donde se tenían que hacer largas filas para llenar los galones, así, transcurrió por mucho tiempo la búsqueda del agua en otros barrios de la ciudad.

Varios años después, algunos líderes de la comunidad como el Señor Manuel Marzola Herazo y José Mendoza Díaz buscaron a través de enlaces políticos que se lograra traer el agua al barrio, en este sentido fue importante el apoyo del Señor Jaime Pineda Cabrales, quien gestiono tuberías para instalar una pileta de agua publica dentro del barrio, esta fue colocada en la esquina de la Diagonal Nº 11, de esta manera se logro ganar esta lucha que por muchos años tuvo la comunidad.

El barrio no contaba con el servicio de gas natural domiciliario, a este solo se accedía a través de la compra de cilindros de gas natural, estos debían llenarse en la calle 29 en Batigas, allí también se realizaban largas filas por varias horas, algunos manifiestan haber conocido a sus compañeras en esas filas.

En la actualidad, el barrio cuenta con nuevas tuberías de agua potable las cuales fueron instaladas en el año 2007, y con servicio de gas natural domiciliario, los cuales se prestan de manera permanente para sus habitantes. Pocos podrán recordar los esfuerzos que se hicieron en su momento para poder llevar agua potable y gas natural a este barrio.

Las Vías

En sus inicios el barrio era inaccesible para cualquier medio de transporte, para desplazarse a realizar alguna diligencia al centro de la ciudad, los habitantes debían de caminar por lodazales llenos de malezas hasta llegar a la terminal de buses del barrio la pradera. Cuentan que para hacer este recorrido las personas debían llevar un balde con agua, una toalla y alguien que les regresara el balde a la casa, porque al llegar a la terminal tenían que lavarse las piernas, debido a que el barro les llegaba hasta las rodillas.

En esta parte fue importante el esfuerzo que muchos vecinos hicieron para mejorar las condiciones viales. Trabajando en equipo, armados con palas y machetes se empezó a desmontar para abrir los caminos, personajes como José Mendoza Díaz y Remberto Cabadia, quienes fueron unos de los primeros habitantes que tuvo el barrio, lideraron estos grupos que abrieron los primeros caminos, esos que llegaron a conformarse en vías destapadas. Años después, el municipio aporto equipos y maquinarias para rellenar y nivelar las calles y la comunidad a través de bazares, cacetas, bingos y otras actividades, recolectaba fondos para pagarles horas de trabajo y dar comida a los maquinistas, así como para la compra de balasto, esto logro mejorar sustancialmente las vías de acceso al barrio.

Tiempo después, vecinos de algunas calles se reunieron para buscar mejorar las condiciones de las vías a través de la instalación de adoquines, solo algunos pocos lo lograron. Es así como a través de relaciones políticas y de esfuerzos comunitarios, se logro adoquinar 4 calles del barrio, estas son las diagonal 15, 16, 17 y 18, aunque no algunas no se encuentran adoquinadas en su totalidad, debe resaltarse que fue una bonita labor realizada entre los vecinos de estas calles, quienes trabajando en equipo lograron mejorar su calidad de vida.

La Seguridad

Décadas después de fundado el barrio, cuando este ya tenía la mayoría de casas construidas y una importante población, se empezaron a presentar hechos de atracos en varias viviendas, la gente se sentía temerosa, insegura, se registraban hasta 4 hurtos a viviendas por semana, no se podía andar en las calles por la noche porque se exponía a ser atracado, la presencia de la policía era muy mínima.

Tal situación reunió a la comunidad para enfrentar este flagelo, y fue David Rafael Martelo Casad quien promovió entonces la creación de un grupo de seguridad en el barrio, se realizaron cacetas y diferentes actividades para recolectar fondos, con ello se adquirieron equipos de radio, uniformes y otros elementos. El grupo de seguridad llego a contar con más de 20 hombres, se recogía cuotas en las casas para el pago de los ronderos, varias casas colaboraban haciendo chocolate y café para los que trasnochaban prestando el servicio de vigilancia. De esta manera se logro la seguridad para el barrio, los hurtos disminuyeron, la gente se sentía segura, varios años funciono este frente de seguridad que surgió para el bienestar de sus habitantes.

Actualmente en el barrio 2 personas de manera esporádica prestan servicios de vigilancia, esta actividad tiende a desaparecer por su baja organización, así como el no pago de las cuotas para garantizar estos servicios. No obstante, la presencia policial en el barrio ha mejorado notablemente, el barrio hoy es más seguro y tranquilo.

La Casa Comunal y el Centro de Salud

Para los años de 1990, se empezó a construir la que sería tal vez, la mayor obra realizada a través de una gestión comunal en el barrio Edmundo López Gómez II. Fue una labor conjunta, que integro los esfuerzos de toda una comunidad, muchas personas se dedicaron incansablemente a la construcción de la que sería la casa comunal y el centro médico para el barrio. Todo empezó para el año 1987, cuando la junta de acción comunal de turno recibió a través del gobierno nacional, una suma de $200.000, el señor Manuel Marzola Erazo era el presidente de este organismo comunitario para ese entonces. Con ello, la idea de la construcción de una casa comunal empezó a tener forma, fue una idea conjunta apoyada por la participación de varios afiliados de la junta de aquel tiempo. Se determino como primer pasó la compra de un lote para hacer realidad este sueño, fue difícil en principio conseguirlo, hasta que un propietario de un lote se decidió a venderlo luego que conociera lo que en él se pensaba construir. Fue así como por la suma de $120.000 se compro el lote ubicado en la diagonal 14, asimismo se adquirió por $5.000 la minuta de este terreno donde hoy se encuentra la casa comunal del barrio.

Pasaron varios años en que la comunidad se convirtió en un equipo de trabajo que tenia por meta la construcción de esa edificación, fue una incansable lucha, personas como David Rafael Martelo Casad, Libia hoyos, entre otros, iniciaron lo que se llamo “la marcha de la piedra”, consistía en recorrer las calles del barrio empujando una carreta y casa a casa recoger todas las piedras que los vecinos pudiesen aportar, con ello se construyeron los cimientos de la edificación. Luego, se inicio “la marcha del bloque” en el mismo sentido, se recogieron casa por casa bloques para la construcción de las paredes. Esta actividad fue alternada con la realización de actividades como cacetas, ventas de peto, sopas y otras actividades para generar recursos, en esta parte fue importante la participación de muchas mujeres del barrio entre ellas; Doris Sánchez, Linney Jiménez, Consuelo Berrio, Rosa entre otras., aportaron importantes esfuerzos para el logro de este objetivo. El señor Ignacio Rivero quien vive en la diagonal 11, aportó todos los listones de madera para sostener el techo, albañiles como Pedro López, Álvaro Pereira, entre otros., brindaban sus esfuerzos de manera gratuita para llevar a cabo este sueño. Se busco también la asociatividad con empresas como Sanchopan, la cual aporto 40 bolsas de cemento y algunas láminas de eternit. De esta manera, la construcción de la casa comunal se convirtió en una realidad que reunió un gran capital humano motivado por generar bienestar para el barrio. El resultado fue la construcción de una instalación con 4 cuartos, 1 baño, 1 sala, y amplio patio.

Desde el comité de salud, las Señoras Celinda Arrieta, Miriam Pacheco, Amanda Loaiza, Ana Ávila, entre otros, comentaron la necesidad de un espacio para un centro de salud para el barrio, se propuso entonces destinar la edificación para la realización de dicha idea. El centro de salud empezó a funcionar en el año 2001, el primer personal médico en trabajar en el fue la Dr. Nubia Puche y la enfermera Libia Hoyos quien vive en la diagonal 16. Las consultas médicas tenían un costo de $5.000, y se llegaban a atender hasta 10 pacientes por día. Los médicos que llegaron, aportaban recursos para mejorar las condiciones del lugar como la construcción del cielo raso, y los pisos en baldosas, en este sentido se resaltan el apoyo del Doctor Tony Berrocal.

El cierre del centro medico

El consultorio médico funciono hasta el año 2008, son diversas y confusas las razones que llevaron a este hecho, pero dentro de ellas, esta investigación logro determinar algunas de las más acertadas. El municipio quiso adquirir las instalaciones para administrarlas a través de un contrato de comodato, algunos habitantes del barrio que hicieron parte fundamental de este proyecto de comunidad se opusieron, tal vez no veían en esto el fruto de sus esfuerzos, lo cual significo un grave error, porque hasta ese momento la comunidad había hecho lo que estaba a su alcance. Por la ubicación del centro médico cercano al canal de aguas servidas, este comenzó a recibir algunas quejas de la secretaria de salud, la inestabilidad para pagar los servicios de los médicos hizo que estos no estuviesen de forma permanente en la atención del consultorio, estas entre otras causas relacionadas a la administración por parte de integrantes de las Junta de acción comunal de turno, determinaron el fracaso de esta idea, el centro de salud dejo de funcionar.

Los pagos de los servicios de energía, y agua se convirtieron entonces en una preocupación, no se tenían recursos para ello, no se sabía qué hacer con estas instalaciones, faltaban ideas, faltaba apoyo de las administraciones municipales. Tal situación termino por llevar al presidente de la junta de ese entonces a ceder en arriendo las instalaciones de la casa comunal, con el objetivo de que la familia que allí viviera, pagara los servicios públicos y mantuviese sus instalaciones en buen estado, mientras se buscaba otra función para la casa comunal. Han pasado desde esa decisión varios años y la familia sigue viviendo en las instalaciones de la casa comunal, la que un día fue el centro médico del barrio. La comunidad aun recuerda esta lucha y observa impávida y con preocupación el deterioro de estas instalaciones.

Figura 1: Casa comunal del barrio Edmundo López II

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Fuente: Propia, Tomada el día 10/10/2014 durante recorrido de identificación de equipamientos.